9 ene 2020
-Tap tap- Uno, dos... uno, dos...
El 2019 fue un año con complejo de prueba de sonido. Verificar el volumen y la intensidad de todo,
a qué distancia se sigue oyendo bien; a que otra hay que bajarle o subirle. Cambio de micrófono?
Dos veces. Ambos no funcionaban bien en el concierto, y que vivan las metáforas.
Logré completar mi ambición más grande hasta la fecha al hacer y terminar un máster, y con la ferviente -y quizás naive- creencia de que si pude con eso, puedo con lo que sea, también decidí mudarme fuera de la casa familiar y empezar lo que es hasta ahora una independencia con pasos
de bebé de 29 años. Decidir todo esto y tolerar sus consecuencias ha sido desición 100% mía, ya
que con grandes sacrificios, es obvio que vienen grandes resultados. Cada paso, error y lección es
de esperarse cuando todos estos cambios uno los acepta porque son resultados de creer en la constante evolución de la persona. También terminé en definitiva lo que espero que sea la única cuasi-relación tóxica que tendré, sobreviví cuando meses atrás pensé que no, y el solo poder parar
el concierto para cambiar ese micrófono porque no se estaba oyendo bien fue increible. Me amé más cuando me oí mejor.
Until life said like that famous cliche phrase uttered during every infomercial that doubles and sometimes triples the amount of stuff you get if you buy or replace something: but wait, there's more!
A menos de una semana de empezado el año 2020, he sido puesta a prueba con el primer fuetazo emocional. Lo lógico es no juzgar el resto de un año que no ha pasado por un solo evento, y he
de admitir que puede llegar ser algo dificil no hacer esto cuando la secuela aún está muy cruda.
Dígase, al hacer esta entrada, no han pasado 48 horas del evento.
Este segundo cambio de micrófono ha sido totalmente inesperado, pero al parecer, necesario, y creo que lo hice justo a tiempo antes de que me confirmaran el uso de diversos playbacks que no estaban planeados. Playbacks que son un voto de no-confianza en mis capacidades. Playbacks que son pruebas definitivas de actitudes canallas escondidas.
En una entrada anterior logré plasmar la diferencia entre errores y lecciones. Esta lección viene agridulce ya que logré darle más potencia a mi voz, ser más firme en mis convicciones y reiterarme que definitivamente no tengo que ser yo la que siempre se adapte cuando desde un principio dejé claro los tonos y claves que quería usar. Es agridulce porque de verdad, me gustaban sus canciones
y nunca pensé que iba a ser hasta un punto. Un limite.
Porque cuando se llega al limite bajo las metaforas anteriormente usadas, o hay aplausos, o hay silencio. Y el silencio es el mejor sonido cuando no se quiere continuar con pruebas de volumen dentro de canciones inseguras que todavia no encuentran su propósito.
No hay tiempo ni espacio en el 2020 para eso. Cambio de micrófono.
Cheers.
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